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Años es el tiempo transcurrido desde el último post. Pero uno sólo publica cuando cree que va a aportar algo al lector. No sé si precisamente este artículo lo cumple, pero releo el post escrito hace justo un año, y relativizo.

Esta semana David va a cumplir un año. Un año en que la situación sanitaria y económica no ha mejorado. La situación de alerta sanitaria no ha cedido, y aunque son muchas las empresas en las que se tiene que ir físicamente a la oficina, también son muchos los negocios que han tenido que cesar su actividad; pymes, especialmente de hostelería, entre los más afectados.

Releo al artículo escrito antes de dar a luz, y relativizo cómo ese Estado de Alarma en el país afecta en mi entorno. Aún pareciéndome un golpe fuerte el que la familia no pudiera estar a mi lado en el momento en que voy a ser madre, también uno comienza a valorar lo verdaderamente importante, la salud de todos y la accesibilidad que ofrece la tecnología con las videollamadas y así poder ver crecer a David.

Pertenecemos a una sociedad donde la familia y las relaciones sociales son el núcleo. Eso tiene muchísimos puntos a favor, pero también eso va en detrimento de otras cosas, también buenas. Esta cuarentena nos ha impedido visitas y tiempo con los nuestros, pero también nos ha permitido formar y conocernos más entre los pequeños núcleos, y eso es una gran ventaja.

Hoy publico lo escrito estando a punto de dar a luz ya que, justo el día que empecé a escribir el post, me contactan desde Las Provincias por estar escribiendo un artículo sobre cómo las embarazadas estábamos viviendo esa situación de cuarentena. Pensando que se publicaría al día siguiente, la actualidad sobre el virus hacía que pocos artículos tuviesen el suficiente impacto como para ser publicados. Casualidades de la vida, al artículo se publicó el mismo día que llegó David, el 31de marzo de 2020. Os dejo al link al artículo en Las Provincias.es en su versión digital.

artículo en Las Provincias.es

Voy a entrar en la semana 39 de embarazo, lo que significa que daré a luz en unos días. Han sido muchas las emociones y sentimientos vividos durante estos meses, mucha alegría, energía, optimismo, al mismo tiempo con ganas de vivir momentos pausados de calma, de escuchar música, … la realidad era que con el horario de trabajo, más las visitas a infinidad de médicos de forma continuada, los cursos de preparación al parto, ir a por cada producto que tocaba comprar para su llegada, etc, poco tiempo para dedicarse momentos a una misma y así concienciarse de lo que hay dentro de mí, de lo que está por llegar y de vivir el embarazo de forma tranquila, apaciguada y calmada.

Al empezar el último mes, quería sentir que disponía de tiempo, y así permitir que mi padre viniese a Madrid y pasar unos días juntos, paseando, cocinando, descansando, disfrutando juntos. Así que, tras varios días, pudo venir. Ya vino algo preocupado, el Coronavirus Covid-19 había hecho mella en toda China, Italia ya padecía una situación grave de contagios y en España estaban apareciendo los primeros casos en los hospitales madrileños. Pero todavía había libertad de movimientos y desplazamientos, se podía comer en restaurantes y podías realizar visitas a amigos y familiares.

A los pocos días, Italia ya había restringido los desplazamientos internacionales y nacionales, confinando a la gente en sus casas. Eso podía llegar a España de forma inmediata, donde ya se habían cerrado en la capital las escuelas infantiles, colegios, institutos y universidades. Con lo que tras 6 días en Madrid, acompañé al papá a la estación de trenes, vacía y fantasma en ese momento, y se marchó a Valencia, a su casa, donde seguiría con su rutina, aislado en la zona de mar, con la intención de volver a Madrid a las dos semanas siguientes para poder ayudarnos y estar con el nene desde su nacimiento.

Al día siguiente de marcharse el papá, el Gobierno declara el Estado de Alarma en el país. Ello, entre otras muchas medidas, económicas, sociales y políticas, implicaba el confinamiento, el estar en casa, fomentar el teletrabajo en aquellas empresas que así pudieran hacerlo, limitar los desplazamientos por carretera o cualquier medio de transporte salvo aquellos que estuvieran justificados, cerrar todo comercio manteniendo el abastecimiento en supermercados, tiendas de alimentación y farmacias (entre otros), restringir la salida a la calle permitiendo sólo una persona por familia para únicamente lo estrictamente necesario (como comprar comida o medicamentos), …

Este Estado de Alarma sería, en principio, para dos semanas, pero realmente se trata de una cuarentena, lo que implica estar 40 días en esa situación. Pero claro, un cambio tan drástico, y sin previo aviso para prepararse moralmente, hace que la cifra de 40 días no se pueda nombrar desde el principio. Mejor decir 15 y luego ir aumentando.

No hay que pensar mucho para saber el aislamiento que muchas personas, no importa la edad, vivirían a partir de esas horas. Cierto es que para nuestros mayores esta situación es todavía más complicada, por su dependencia y vulnerabilidad, así como su acceso restringido a los supermercados y a las tecnologías que estos días nos alivian.

Mi padre en este caso lo está viviendo en soledad, con la suerte de que tengo hermanos que viven en la misma ciudad y le pueden llevar comida. Al papá, desde que se ha jubilado, siempre le ha faltado tiempo para hacer todo lo que quiere en un día. Tiene su seguida de escuchar la radio a primera hora de la mañana, ojear la prensa online, leer el libro que toque en ese momento, y hacer sudokus mientras escucha ya sea un concierto de música clásica o a los indios tabajaras. Cuando se quiere dar cuenta, ya es hora de ponerse a cocinar para hacer la comida. Come escuchando el telediario, descansa y por la tarde sigue con lo que ha dejado a medias por la mañana. El mayor cambio que está viviendo estos días es no poder dar sus recomendados paseos. Esta situación le impide hacer ese ejercicio que sus pulmones necesitan, ya que es su única gimnasia. Padece de EPOC y tiene los pulmones delicados, lo que hace que el caminar le fortalecería cada día. Pero no está permitido.

Soy grupo de riesgo, sí. Soy vulnerable y además me siento responsable de la salud del bebé. Precisamente por ello esta situación preocupa. En mi caso, me habían recomendado también dar paseos diarios, de al menos una hora. Reconozco que al principio salía de casa con una bolsa de la compra, por si me paraba la policía. Pero luego, cuando la cosa se puso más seria y ver lo importante que era respetar la cuarentena, he dejado de salir. Hago ejercicio en casa, yoga o fitball, pero echo en falta el pasear. Cuesta entender el por qué una persona no puede salir, sola, respetando las distancias con los demás, y beneficiarse de las bondades que ese ejercicio aporta a nuestro cuerpo y mente. Está claro que el riesgo debe ser mayor que las ventajas, y no es lo mismo aplicar esta medida en un pueblo que en una gran ciudad cuya densidad poblacional es mucho mayor. Pero también es cierto que, de momento, hay países (Alemania y Bélgica) donde sí han cerrado comercios pero permiten este tipo de actividades.

Preocupa también el realizar ciertas tareas por el hecho de estar en contacto con gente que pudiera estar contagiada, como puede ser ir a la compra, a la farmacia o a las revisiones semanales en el hospital. Y aquí llegamos al mayor riesgo con el que una embarazada se podría encontrar. Debemos asistir a las revisiones médicas, y más en la recta final, donde éstas acortan su periodicidad, y se realizan en hospitales.

Cada semana debo asistir a monitores y a la cita ginecológica. Éstas las realizo en un hospital privado. Tenía muchas dudas de si dar a luz ahí o en el público del cual sólo he oído maravillas y las pocas veces que he ido me han tratado muy bien. Ayer salió la noticia de que la Comunidad de Madrid ha centralizado la unidad de obstetricia y neonatos a cuatro hospitales. Eso hace que se reduzca el número de hospitales públicos donde dar a luz, con lo que los saturará. Pero al mismo tiempo, los privados van a ceder camas (y no sé si quirófanos) a los públicos, con lo que también aumentará su demanda. Al mismo tiempo, ahora corren rumores por la red de que, al ser las embarazadas grupo de riesgo, nos deben hacer las pruebas de Covid-19 antes de dar a luz.

Es decir, cada día disponemos de una información nueva. A medida que vamos conociendo más sobre el virus, y cómo actúa éste, vamos tomando medidas y acciones que nos van condicionando.

Si bien es cierto que el desconocimiento nos ha impedido actuar con antelación, no menos cierto es que este virus no deja de ser una pandemia. Y de ello debemos aprender. Creo que la sociedad española siempre ha sacado el lado más humano de las cosas. Hemos visto mucho ingenio en la red, solidaridad, esfuerzo y unión. Y eso que las familias con niños no lo están teniendo nada fácil. Si bien hemos visto que la tele atonta, también es cierto que la tecnología se puede utilizar para desarrollar nuestro conocimiento, y la música, en todas sus facetas, ayuda e influye en nuestro estado de ánimo.

Pero la cara negativa, y desgarradora, ha sido la de nuestros mayores en las residencias, el no poder contactar con los familiares en los últimos momentos, los sanitarios desprotegidos, los hospitales y las morgues colapsados,… y esto sí preocupa. No sé si se podía haber evitado o no; ni voy a hablar de las consecuencias económicas que ya está teniendo esta crisis, que eso daría para un post monográfico; pero todo este colapso es sólo la punta del iceberg. Nos quedan muchos días por delante, y esto afectará también en la moral de las personas.

El hecho de que esta situación se alargue, me hace pensar en los míos. El bebé, David, va a nacer en los próximos días, mi familia no puede venir a ayudarnos y a conocerle, y yo sólo deseo que mi padre aguante bien todo esto para que le pueda conocer cuanto antes. Mi hermano está buscando trabajo y ya había realizado varias pruebas en hostelería cuando esto estalló. Y en la empresa de mi chico, al cual le han permitido teletrabajar desde esta última semana, ya ronda el fantasma del ERTE.

Aún en esta situación de incertidumbre, no pienso más allá del día a día. Todas las demás actividades como la elección de guardería, el registro de David, la tarjeta sanitaria y demás gestiones, han quedado postpuestas. Pero sólo eso. Por ello pienso que es importante no pensar en más allá del día a día. Y para ello ayuda mucho, muchísimo, el tener una rutina, flexible, pero rutina al fin y al cabo. Estos días ayudan a realizar acciones gastronómicas, de lectura y escritura, a ser creativos, a ser ingeniosos, y a querer ayudarnos. Y eso hay que valorarlo.

De hecho, costará volver a la normalidad. No sólo porque muchas cosas habrán cambiado, especialmente nuestra forma de ver la situación que en ese momento nos toque vivir, sino porque este parón y distanciamiento nos habrá hecho recapacitar. Socialmente, muchas personas se habrán dado cuenta de que no están con la persona que desean estar, o que no están ocupando el puesto que desean tener, o que no están viviendo en la casa que les gustaría; y económicamente, las empresas, y especialmente autónomos, no se recuperarán con la facilidad esperada debido a la prolongación de la situación.

Así que, desde casa, os deseo mucho ánimo a todos.

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  1. Eres una campeona! 🥰

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