chocolate belga

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Estambul

Turquía… qué país tan especial. Llevo toda mi vida escuchando maravillas sobre ella. Corrían los años 70 cuando a mi madre le concedieron una beca en Estambul para continuar con sus estudios de Bellas Artes, y desde entonces ese país ha sido un habitual en las conversaciones en familia. Recorrieron Turquía de oeste a este, y cada vez se enamoraban más del país, de su gente y de sus costumbres. Y eso nos lo han sabido transmitir. Así que este post, más que turístico, es un viaje cargado de sentimiento.
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Estambul, situada entre dos continentes, Europa y Asia, ambos separados por el Bósforo; este estrecho es sin duda lo más característico de la ciudad, une el Mar Mármara con el Mar Negro. Visitar Hagia Sofía, la Mezquita Azul o  el Palacio Topkapi es imperativo pero, para mí, viajar a Estambul significaba recorrer el Bósforo en barco mientras te sirven un té o el auténtico yogur natural de allí, tomar un pescadito al borde del Bósforo o pasear por los miles mercados que ofrece la ciudad. ¿Qué es un viaje sin conocer la forma de vida de los lugareños o probar la gastronomía local?
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Tomar un té, disfrutar de las vistas (360º) y de los bailes de Derviches (o de cuchara) en la Torre Galata, de las vistas desde el centenar de azoteas que ofrece la ciudad, tomar un zumo de granada recién exprimido en puestos callejeros, endulzarse con el Lukum, la delicia turca (la de pistacho o rosa son muy recomendables), deleitarse con la “pide”, la típica pizza turca (de queso o de carne picada), probar un vaso de Raki (siempre rebajado con agua), ver la danza del vientre, subir en el antiguo tranvía que pasa por Taksim, dar de comer en mano a las gaviotas que se acercan al barco o ir al menos una vez a un auténtico baño turco.

Ya son muchos los “hamam” que se han enfocado a los turistas y son demasiado modernos, si queréis probar uno auténtico al que van los locales, el  Çermenlitas Hamami es muy recomendable, está en la parada de tranvía Çermenlitas, muy cerca del Gran Bazar. Precisamente en las calles de este mercado encontrarás locales al que sólo van hombres, les verás fumando narguile y jugando con piezas de Rummikub.
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Para moveros por la ciudad no hay mejor medio que el tranvía, el moderno que recorre la parte europea de la ciudad de suroeste a noreste y que tiene paradas en lugares estratégicos como Hagia Sofia, parada en que también podreis visitar la basílica Cisterna (impresionante), o Sultanahmet, donde está la Mezquita Azul, o bien Eminönü, al borde del Bósboro, donde tomar de una forma muy original un pescadito frito buenísimo. El tranvía incluso atraviesa el estrecho por el puente Galata y hace parada (Karakoy) muy cerca de la famosa Torre Galata y sigue hasta la mítica Plaza de Taksim. En Eminönü es donde puedes subirte al barco que recorre el Bósforo.
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El trayecto en barco es para disfrutarlo. Además de tomar el té y el yogur que os he mencionado anteriormente, las vistas son espectaculares. La salida del puerto es increíble viendo las siluetas de los minaretes y, a medida que se aleja el barco, te vas percatando de lo grande, grandísima, que es Estambul… y eso que nos estamos refiriendo sólo a la parte europea.

En el recorrido ves casas de madera al borde del Bósforo que son muy singulares. Y os puedo asegurar que por dentro no tienen desperdicio. En el recorrido veréis el Palacio de Domabahçe, la fortaleza de Rumeli o la Mezquita Ortaköy, situada en uno de los barrios más modernos, con cafeterías y bares de un ambiente muy juvenil. Vale la pena bajar en Ortaköy para conocer la zona. El recorrido acaba en el pueblo de pescadores de Anaddolu Kavagi, con la fortaleza Ceneviz en la cima. Una de las pocas paradas que hace en la parte asiática de la ciudad. Lo típico es tomarse una brocheta de mejillones rebozados, la primera vez me sorprendió pero luego ibas adrede hasta allí pensando en tomarte unas cuantas.
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Y ya de vuelta hacia Eminönu, qué mejor que tener el skyline de Estambul al atardecer. Creo que no hay postal más bonita que esa. Con las siluetas de Hagia Sofía, la Mezquita Azul y el bullicio de la ciudad, con las gaviotas sobrevolando cerca del muelle.

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La zona de Taksim es muy recomendable subir en el antiguo pero característico tranvía. Ese tranvía sigue hacia el norte, donde se sitúa el barrio Besiktas, famoso por su equipo de fútbol, o bien se desvía hacia la costa, Kabatas, donde te puedes subir al barco que lleva por todo el Bósforo. Y si callejeáis por la zona de Taksim os topareis con locales de toda la vida donde venden café a granel o donde hacen el auténtico pan turco, el cual me pasaría el día tomando. Estambul tiene tantas cosas que visitar y vivir. Un poco más alejada del centro, en Edirnekapi, en el noroeste de la ciudad, os encontrareis con la Iglesia Chora, una de las pocas católicas, que por dentro es toda una belleza. Si disfrutáis de más días en la ciudad, la parte asiática tiene su aquel.
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  … gracias mamá por enseñarme este pedacito de cielo, siempre junto a tí.

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C.G. Estambul: 41º00’36”N 28º57’37”E

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Crêpes (de arroz)

¿Dulce o salado? ¿De pollo o de salmón? ¿Añadimos al queso mermelada o albahaca?

¿Y por qué tener que elegir? Los crêpes (creps) admiten todo, y sirven de entrante, de plato principal, de postre, de desayuno o de merienda. ¿Alguien da más?

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A veces con tener huevos, harina y leche basta para hacer un buen plato y añadir lo que tengas en la nevera. Y ahora, con los wraps/crêpes de arroz del súper ya no te hace falta ni los ingredientes base. Se llaman “Spring Roll Wrappers”. A su favor diré que, como cualquier crêpe (crep), admiten cualquier ingrediente y su forma de hacer es muy original: uno a uno se pone cada crêpe en un plato de agua caliente y verás cómo en pocos segundos su rigidez se convierte en una fina capa muy moldeable, como si fuera un plástico fino y transparente. En su contra diré que lo encontré dificultoso para freir y manipular después.

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Así que yo me quedo con los crêpes de toda la vida. Además, a mí me traen muy muy buenos recuerdos. Cada mañana de domingo mis padres preparaban té de menta fresca y crêpes. En el centro de la mesa nuestras mermeladas favoritas (cada uno la suya), jarabe de arce, azúcar moreno y nutella. Madre mia… sólo contároslo se me hace la boca agua! Y como cocinar es innovar, mi padre añadía pipas tostadas a la masa una vez en la sartén o los hacía de chocolate añadiéndole cola-cao. Mmmmm, buenos no, lo siguiente!

En cuanto a los crêpes, aquí en el súper no los he visto, pero en Bruselas venden paquetes de crêpes ya preparados, con lo que si tienes prisa es muy buena opción. (Bruselenses! Acordaros que están en la sección de nevera del Delhaize!).
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Ingredientes para 4 personas:

Huevos: 3

Harina: 1 vaso grande

Leche: 2 vasos grandes

Bate los huevos en un bol amplio, añade la leche, bate, añade la harina poco a poc mientras bates (siempre en la misma dirección). Deja reposar la masa tapándola con un trapo mientras se calienta la sartén.

A pesar de que existen sartenes específicas para hacer crepes, realmente sirve cualquier sartén que no se pegue (con la pequeña te saldrán del tamaño de las famosas tortitas). La pala sí que es importante, cuanto más superficie plana tenga, mejor.

Cuando la sartén esté caliente, espolvorea aceite (cada 2 crêpes que hagas) y si no tienes espolvoreador de aceite pasa por la sartén una servilleta empapada de aceite por cada crep que hagas.

Añade medio cucharón de masa de crêpe. No deben salir ni muy gordos ni muy finos, para ello debes de ir moviendo la sartén y la masa del medio cucharón cubrirá toda la superficie de una fina capa.

Dale la vuelta! Con la puntita de la pala ir separando los bordes del crêpe de la sartén. El crêpe debe soltarse muy fácilmente, si no es así, es que aún no está hecho por ese lado. Así que cuando se separe, ya puedes introducir la pala hasta el centro de la sartén y darle la vuelta. Una vez hecho esto, este segundo lado se hace en la mitad de tiempo que el primero.

Ya tienes tu primer crêpe listo. Vamos a por el resto! El primero siempre cuesta, es más, el primero se suele tirar, sí, literalmente, porque suele arrugarse, pegarse y no hacerse. Así que anímate que a partir del segundo salen sólos!

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¿De qué lo quieres? La mejor forma de tomar creps es dejando en el centro de la mesa los boles con todo tipo de ingredientes: puerros y bacon, pollo con hummus, gambas con verduras, salmón con puerros, queso de cabra con mermelada de tomate, frutas, nocilla, azúcar, y de todo lo que más te guste.

Recuerda de añadir alguna salsa o algo que ayude a que el relleno del crêpe no esté muy seco. Prueba con hummus, soja, lechuga, puerro salteado…. Y en los dulces prueba a poner tu mermelada favorita y algún tipo de fruta (fresa y plátano quedan de vicio!).

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El acompañamiento de los crêpes/wraps de arroz de las fotos son: salmón, pollo, puerro con gambas, aguacate, canónigos, queso feta con albahaca y queso de cabra con mermelada de tomate casera (en otro post os diré lo fácil de hacer que es),…. y se fríen muy poco (que estos se derriten!).

También veréis en las fotos los típicos cigarre-bourek, de Turquía. Se rellenan de queso de cabra con perejil y un chorrito de limón,  y se hacen en forma de rulo o triángulo (siempre de pequeño tamaño), se fríen y se toman de aperitivo. Cuidado que son un vicio!